viernes, 25 de marzo de 2011

¿Disfrutar de la vida o verla pasar?

             Soy una persona muy desgraciada. Tengo la puñetera mala suerte de haber tenido unos padres que nunca han parado quietos, siempre les ha gustado y les sigue gustando meterse en distintos fregados. Y por desgracia yo he heredado esa maldición.
            Me gustaría ser como alguno de mis conocidos, que no tienen otra cosa que hacer que ir del trabajo a casa y de casa al trabajo. Sentarse en casa a ver la tele y poco más. Pues en el fondo les tengo envidia. Porque yo siempre ando metido en historias, ideadas por mí o ideadas por terceros, que al fin y al cabo viene a ser lo mismo.
            Y eso que como trabajador por cuenta ajena y padre de familia queda poco tiempo para aficiones o diversiones varias. Pues aún así no se como lo hago pero siempre estoy enfrascado en alguna historia.
            Cuando no me llaman para ir a montar en MTB me llaman para alguna salida montañera, o un partido de padel, o una travesía en kayak, o una barbacoa, o un cumpleaños, … o que se yo. Y si no me llama nadie soy yo el que busca cómplices para alguna de estas “aventuras”. Y si el tiempo no acompaña para realizar actividades al aire libre, me planto delante del portátil  a escribir en el blog o alguna página de esa novela que empecé a escribir hace un par de años y que nunca encuentro el momento de acabarla, o leer a alguno de mis escritores favoritos, o a tocar la guitarra, que ahora a mis cuarenta y tantos me he empeñado en aprender a tocar y conociéndome como me conozco aprenderé a hacerlo, seguro.
            A veces me puede el cansancio y me tiro en el sofá, al que abrazo con gusto, pero o bien me reclama la parienta, o los niños, o me acuerdo de algo que tengo pendiente, o empiezo a darle vueltas a alguna nueva ocurrencia … o que se yo. El caso es que no consigo hacerme amigo de mi sofá.
            A veces me gustaría ser de los que han optado por no dar más sentido a su existencia que quedarse contemplando como pasa la vida.
            En fin, que envidio a la gente que dice que se aburre, que no sabe qué hacer, porque a veces a mi también me apetecería sentarme a no hacer ni pensar nada.
            O igual no sirvo para eso, o igual es que me gusta disfrutar y vivir la vida y hacer o intentar hacer el mayor número de cosas porque en definitiva, la vida son solo cuatro días.
              

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