viernes, 21 de enero de 2011

Tradiciones montañeras

           Como  hacemos   cada  año  y  ya  van  unos  cuantos,  el día  31 de Diciembre nos juntamos un grupo de amigos aficionados a la montaña para subir el pico más alto y emblemático de la Comunidad de Madrid: Peñalara.
            Es una forma atractiva de finalizar el año aunque, también hay que decirlo, tiene que gustarte y hay que tener un cierto espíritu de sacrificio, ¿por qué?, pues porque para pegarte un madrugón importante para salir de casa antes de las siete de la mañana para poder llegar al aparcamiento de Cotos no mucho más tarde de las ocho, ya tiene que gustarte la montaña.
            Porque son días en los que mucha gente está de vacaciones e igual el día anterior se han acostado a las mil y en un estado lamentable.
            Porque hace una rasca de no te menees.
            Porque en circunstancias normales, esa noche te vas a pegar un buen atracón, uvas de la suerte incluidas y el que más y el que menos va a salir de juerga hasta las mil  y vas a estar para el arrastre.
            Porque subir Peñalara en condiciones adversas, que son las condiciones más habituales en esta época del año requiere, además de un buen equipo con material de seguridad incluido, que estés mínimamente mentalizado.
            Porque para algunos como yo, que ya va teniendo sus añitos además del pelo blanco, cada año nos cuesta más subir por esos corredores llenos de hielo y nieve, que cada vez  vemos más verticales y peligrosos, eso si tenemos la suerte de subir en día despejado y poder ver algo.
            Porque cuando te crees que ya has pasado lo peor y llegas al camino que te conduce directo hasta la cima, te encuentras con una ventisca que te congela el careto en cuestión de minutos.
            Pero a pesar de todo acabas llegando a la cima.
            Y te abrazas a tus amigos y piensas que un año más has logrado este pequeño objetivo que en cierto modo te anuncia buenos augurios para el nuevo año que en pocas horas estrenaremos.  
            Te subes al tubo de hormigón del vértice geodésico y sacas las fotos de rigor que inmortalizan el momento.
            Te resguardas detrás de alguna formación rocosa para evitar el gélido viento del norte y compartes el chocolate, el bocata de chorizo, las nueces, las pasas o lo que sea. Descorchas la botella de champán o de sidra o ambas, que alguno de nosotros ha cargado hasta la cima. 
            Y brindamos por el nuevo año. Y por las montañas. Y por seguir subiendo cada 31 de Diciembre mientras que el cuerpo aguante.
            Después nos volvemos a colocar las mochilas y emprendemos el descenso contentos por haber cumplido nuestro propósito y pensando en lo que se han perdido el resto de amigos que no fueron capaces de sacrificarse.


2 comentarios:

  1. La verdad que suena my bonito...pero también muy cansado.Prefiero seguir viendo tus fotos año tras año Javi
    Un abrazo del barrerita

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  2. Barrerita, ya se que si no es en coche no consigo subirte a Peñalara en la vida.

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