Ahora si que se acabó el verano. Adiós, hasta el año que viene. Y ya está aquí el otoño. Bienvenido. ¿Otra vez por aquí, como pasa el tiempo verdad? Si parece que fue ayer.
Ahora si que, afortunadamente, dejaremos de hablar de las magníficas vacaciones que hemos pasado, para comenzar a planificar las próximas, las de Navidad. Por supuesto, en breve empezaran los anuncios de lotería, juguetes, colonias, turrones… . Sin apenas tregua.
Además, desde hace unos años, las estaciones se suceden sin apenas transición. Un día paseamos en bermudas y chanclas y al día siguiente botas y forro polar. Sin aclimatación ni hostias, que no están los tiempos para chorradas ni absurdas perdidas de tiempo. Y así ocurre, que en el mes de Septiembre te pillas unos catarros de cagarse. Por la mañana frío, a mediodía calor asfixiante, por la noche, como todavía duermes en bolas y sin edredón, porque mentalmente te niegas a aceptar que ya se ha acabado el verano, pasas un frío del carajo.
En la tele, de un día para otro, deja de sonar Georgie Dann con sus choricitos parrilleros cocinados en su magnífica baaarbacooa y dan paso al turrón mas caro del mundo, al calvo de la lotería, los “Supermegatransformes” o las “Nintendo 6D 16 válvulas GTI”.
Yo creo que lo hacen para que no nos deprimamos, para que el cambio de: “¡Que bien me lo paso en vacaciones!” a “¡Joder, que rápido se me han pasado las vacaciones, si ya estoy otra vez en el curro!” no nos afecte o nos afecte menos.
El primer día de la vuelta al curro/cole todo el mundo echa mano de los calendarios en busca del puente perdido. Es graciosísimo: “A ver, si me cojo el día de la Inmaculada y empalmo con la Constitución, me marco un puente de órdago… O me pillo un día de asuntos propios que empalmando con el fin de semana y Santa Rita la Cantaora…voy a llamar a mi mujer para que no guarde los bañadores”.
Para troncharse.
También es tiempo de empezar a bajar esos kilitos que nos trajimos de las vacaciones, incomprensiblemente por cierto: “Si este verano me he cuidado un montón”. Claro, nunca contabilizamos las dieciséis arrobas de cerveza que nos hemos metido al cuerpo. Todo el mundo se apunta al gimnasio, a correr, a las dietas Duncan Dhu o como se llamen. Todo el mundo se organiza y queda con los amigos para salir a correr, al menos tres días a la semana. Sales un día y al siguiente ya no puedes porque te viene fatal: “Uf, menudo lío tengo” , ”Hoy he quedado” o cualquier excusa parecida.
Me troncho.
En fin queridos amigos, bienvenidos a la rutina.